Biografía

1910. La infancia

Miguel Hernández nació el 30 de octubre del año 1910 en la oriolana calle de San Juan, frente al convento de las monjas clarisas, y vio la luz en el contexto social de una ciudad profundamente marcada por la ortodoxia religiosa. Su padre, Miguel Hernández Sánchez, era tratante de ganado, y su madre, Concepción Gilabert Giner, se ocupaba de las tareas de la casa y del cuidado de sus cuatro hijos, Vicente, Elvira, Miguel y Encarnación.
La ocupación del padre en la compra-vente de cabras y ovejas, permitió a la familia una vida sencilla y humilde, pero en ningún caso fronteriza con la miseria y la necesidad. Precisamente esta profesión obligó a la familia del poeta a trasladar su domicilio al nº 73 de la calle de Arriba (actual casa-museo), antes de los 4 años, y fue aquí, junto a la sierra oriolana, donde Miguel Hernández se inicia en el oficio del pastoreo, ayudando en dicha tarea a su hermano Vicente.
La relación de Miguel con su padre fue en todo momento fría y distante, propia de los valores tradicionales que imperaban en aquel momento, basados en la autoridad, la disciplina y la moral católica. En este sentido, Miguel fue víctima desde niño de la insensibilidad paterna para con su educación y formación cultural e intelectual. Sin embargo, encontró en su madre comprensión, apoyo, afectividad en su papel de mediadora ante la frialdad paterna.
Miguel tuvo muy pocos años de formación escolar. A los 4 años, y durante seis meses, acudió a una guardería-escuela próxima a su nuevo domicilio. A los 8 años logra entrar en las escuelas del Ave María, y a los 12 (curso 1923-24) en el colegio Santo Domingo, pero año y medio después (marzo de 1925) debe abandonar el colegio por imperativo de su padre, para dedicarse entre otras labores al oficio de pastor. No obstante, mantiene a escondidas su interés por la lectura y la formaci6n cultural, visitando con frecuencia la biblioteca del sacerdote Luis Almarcha, donde conoce y estudia a los clásicos.

1925. Los inicios

Su primera incursión literaria como joven poeta se fecha hacia 1925, y es fiel reflejo de su compromiso con la sencillez del mundo rural que le rodea, el monte, el paisaje, los animales, la huerta, los árboles ... Es una poesía colorista, barroca, de clara influencia gongorina. Su expresión poética es la de un abanico de color, una especie de arco iris literario que se inspira en todo aquello que le rodea. Miguel comienza publicando versos en revistas y diarios locales, como "EI Pueblo de Orihuela", "Voluntad" y "Destellos", y posteriormente en el diario La Verdad de Murcia, donde publica su primer libro poético con el apoyo moral y literario de su amigo Ramón Sijé (Pepe Marín) y financiero del sacerdote Luis Almarcha (425 pesetas de la época) En 1931, la ciudad de Elche (Orfe6n ilicitano) Ie concede su primer y único premio poético, y a finales de dicho año realiza su primer desplazamiento a Madrid, Ilen6 de ilusi6n, inocente esperanza Y necesidad de aventura. EI fracaso de este primer viaje le obliga a volver al pueblo con la desilusi6n debajo del brazo, pero con la certeza de que la poesía es en su vida un camino sin retorno. En 1933 publica Perito en Lunas, que no obtiene el respaldo esperado, y a partir de 1934 visitara Madrid en varias ocasiones, hasta establecerse alii en 1935 en busca del reconocimiento que se le resiste, conocedor de que es en la capital donde se concentra la flor y nata de la literatura del momento. Ya había Conocido con anterioridad a Federico García Lorca, e irá conociendo en la capital a Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, pero todavía arrastra la influencia cat6lica de su amigo Sijé, y su producción literaria mantiene un marcado acento religioso. En otoño de ese mismo año inicia oficialmente sus relaciones con Josefina Manresa.
En esta época, entre 1933 y 1935, Miguel publica en la revista madrileña "Cruz y Raya", de José Bergamín, y en la oriolana \'EI Gallo Crisis", que dirige su amigo Sijé. Escribe el auto sacramental "Quien te ha visto y quién te ve, y sombra de lo que eras", inspirado por la espiritualidad de Calderón, pero, después de varios viajes a Madrid, pronto empieza a asumir como propia la influencia literaria e ideológica de Neruda y de La Escuela de Vallecas" (la pintora Maruja Mallo, y los artistas Benjamín Palencia y Alberto Sánchez).

1935. El cambio

Miguel estabiliza durante ese ario su presencia en Madrid al conseguir trabajo en la edición de la enciclopedia "Los Toros", de José María de Cossío, y se adentra en la élite literaria de la Generación del 27 de la mana de Neruda y, Aleixandre principalmente, que lo arropan como a un hijo. EI poeta oriolano consolida su nueva personalidad al descubrir y asumir un nuevo mundo literario e ideológico.
Rompe con sus creencias religiosas evidencia su distanciamiento conceptual respecto de su amigo Sijé. Escribe en esta época "Los hijos de la piedra", influido por la estética del Grupo de Vallecas, y va madurando personal y literariamente en el marco de un entorno cultural que le cautiva. De hecho, la aparición del libro de Aleixandre "La destrucción o el amor" causa en Miguel un enorme impacto, y le da pie para entrarse en uno de los grandes temas hernandianos, el amor. La suma de influjos, sobre todo de los clásicos religiosos, como San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, y también de Quevedo, así como de los contemporáneos, como el futuro premio Nobel Vicente Aleixandre, darán como resultado "EI rayo que no cesa", un conjunto de sonetos amorosos que constituye uno de los poemarios más bellos de la obra hernandiana.
EI ambiente cultural de cambio hace mella en el poeta, y ello influye en un progresivo distanciamiento afectivo respecto de Josefina, al tiempo que se le relaciona con la poetisa murciana María Cegarra, y con la pintora Maruja Mallo. A finales de año recibe el mazazo de la muerte de su querido amigo Ramón Sijé, y ello tiene como resultado literario una de las elegías más profundas, dramáticas y desgarradoras de la literatura española, la elegía a Ramón Sijé.

1936. La guerra

Miguel es ya un hombre ideológicamente maduro y políticamente comprometido. Con el estallido de la guerra civil, el poeta se alista en el Ejercito de la Republica, y es nombrado comisario cultural en el frente. Se integra en el 5° Regimiento a las órdenes de "EI Campesino", combate en el frente de Madrid y de Andalucía, y conoce en las trincheras al brigadista cuba no Pablo de la Torriente, a quien dedica una elegía tras su muerte. En marzo de 1937 contrae matrimonio civil con Josefina Manresa, y posteriormente realiza un viaje a Rusia como integrante de la delegación española enviada por el Gobierno de la República para asistir al V Festival de Teatro Soviético.
Miguel se convierte en esta época en un poeta de trinchera, social y políticamente comprometido, y ello se refleja en su poesía. En 1937 publica "Viento del Pueblo" (dedicado a Vicente Aleixandre), todo un ejemplo de poesía heroica de exaltación popular, mientras que en "EI hombre acecha" (1939) se vuelve más intimista, y refleja las miserias humanas catapultadas por el dolor, la guerra y el odio. Miguel se repliega sobre sí mismo, y son la soledad y la muerte las que marcan la pauta de su poesía.

1939. El cautiverio

La última etapa de la vida de Miguel fue un cumulo de despropósitos que convirtió su existencia en un auténtico calvario. AI desanimo personal (su primer hijo, Manuel Ramón, había muerto en otoño de 1938) se unía el desanimo colectivo (la guerra estaba prácticamente perdida, y el miedo a la muerte y a la represión era más que patente). Es una época de amargura, tan solo aliviada por la noticia del nacimiento de su segundo hijo, Manuel Miguel.
Su vía crucis personal comienza cuando, finalizada la guerra, intenta escapar a pie por la frontera portuguesa. Es detenido y llevado a la comisaria de Rosal de la Frontera, su primera cárcel. Miguel sufre vejaciones, humillaciones y torturas, e inicia un recorrido carcelario que le llevó a las prisiones de Huelva, Sevilla, Torrijos (Madrid), Orihuela, de nuevo Madrid, Palencia, Ocaña y Alicante. Miguel es condenado a muerte, y posteriormente se le conmuto la pena por la de 30 años de prisión.
A esta etapa pertenece su "Cancionero y romancero de ausencias", un conjunto poético marcado por la amargura, la soledad y el intimismo. En cautiverio, Miguel escribe hermosísimos poemas, como "Nanas de la cebolla", dedicado a su hijo, y, a pesar de las tremendas penalidades físicas, mantiene una integridad personal y una dignidad moral dignas de elogio (una simple carta de renuncia de sus convicciones políticas y de adhesión al nuevo régimen le hubieran permitido salir de la cárcel y recibir tratamiento médico en un sanatorio). Miguel fue consciente en todo momento de su agonía, y así lo confesó pocas horas antes de morir a su amigo y compañero de cárcel Luis Fabregat Terrés: "Mira Luis, yo sé bien por dónde va la procesión\': Miguel Hernández murió el 28 de marzo de 1942 producto del rencor y del olvido.